Las impulsoras reales del desarrollo de la píldora anticonceptiva fueron dos mujeres nortamericanas militantes de diversos movimientos feministas para la defensa de los derechos civiles: Margaret H. Sanger, una enfermera pionera del movimiento estadounidense para el control de la fertilidad, y la filántropa Katherine D. McCormick.

Ambas, conscientes de los problemas sociales y poblacionales generados por la falta de planificación e información en este campo, soñaron con el desarrollo de un anticonceptivo oral que fuera tan accesible “como una aspirina”. Asesorada por Sanger, McCormick se puso en contacto con el prestigioso endocrinólogo Gregory G. Pincus, una de las máximas autoridades de la época en biología reproductiva.

Tras extensas conversaciones, McCormick le encargó el desarrollo de un anticonceptivo de tipo “farmacéutico”. Así pues, en 1951 comenzaron las investigaciones que conducirían a la creación de la primera píldora anticonceptiva. Pincus, quien había utilizado la progesterona en sus experimentos con conejos, comenzó a trabajar con John Rock, un ginecólogo con experiencia en mujeres con trastornos de fertilidad. Ambos condujeron un estudio con noretinodrel en 50 mujeres voluntarias, ninguna de las cuales presentó ovulación.

El nuevo fármaco inhibía la ovulación.

Los primeros estudios clínicos con este fármaco fueron realizados en 1956 por Celso Ramón García y Edris Rice-Wray, en Puerto Rico, y confirmaron que la dosis de 10 mg/día de noretinodrel ejercía efectos anticonceptivos. Estos autores decidieron asociarle un estrógeno (mestranol), con lo que nacieron los anticonceptivos orales combinados. Sin embargo, su tolerabilidad no era buena, lo que obligó a efectuar nuevos ensayos, con mejores resultados, en México y Haití.

Amplía la información en este enlace al artículo de Francisco López-Muñoz y José Antonio Guerra Guirao en The Conversation.

Foto: Mujeres esperando ser atendidas en la puerta de la primera clínica de control de la natalidad en Estados Unidos (Clínica Sanger en Amber Street, Brooklyn), en octubre de 1916, que acabaría convirtiéndose en la sede de la American Birth Control League (New York World – Telegram). Library of Congress