La razón es sencilla, puramente técnica. Y es que si la COVID es el sueño de todo creador de vacunas, el sida es la peor pesadilla.

Dejando aparte la gran tragedia que ha supuesto la COVID-19 para la humanidad, si hubiera sido posible escribir una carta a los Reyes Magos pidiendo, de entre todos los que podían llegarnos, un virus concreto para una pandemia, ese virus habría sido algo muy parecido al SARS-CoV-2: un virus que muta relativamente poco en comparación con otros como las gripes, de cadena única (la gripe lleva su genoma repartido en trozos, lo que facilita su recombinación), que en principio no se integra en el genoma (aunque puede ocurrir en algunos casos) y que además lleva una diana bien dibujada en todo el lomo: su proteína Spike (S), vital en la infección del virus y muy antigénica, capaz de disparar una fuerte respuesta de anticuerpos y otros componentes inmunitarios.

Amplía la información en este enlace en el blog Ciencias Mixtas de Javier Yanes.